martes, 30 de marzo de 2010

QUIERO UN TIEMPO, NECESITO UN TIEMPO.

¿Qué es lo que quiero? La verdad que ahora no lo sé, quiero un tiempo para mí. Quiero un tiempo para pensar y analizar mi situación; necesito un tiempo para decidir qué es lo que necesito, qué es lo que me va a hacer bien, decidir ya aquellas cosas que tienen que ser decididas (que no pueden esperar). Como que me siento confusa, me siento inadaptada, me siento tan alejada de todo, y no quiero saber más nada. Me hastié de muchas cosas, y por más reflexión que puedo ponerle, por más dedicación y horas de llanto puedo asegurarte que no voy a poder entenderlo. Por más que quiero sacarme la bronca, el llanto y el dolor de encima, inevitablemente vuelve a mí como una sombra que jamás me va a dejar en paz. Y sí, es el precio de mi amor, es el precio que yo le puse a mi vida. Y por eso quiero seguir así, por eso no decido hacer nada, por eso me sigo lastimando, por eso sigo en el mismo pozo sin querer salir. Yo misma me abrazo en la soledad que yo misma me hago padecer.
Y dejo todo eso para volver a volar lejos, lo abandono para dejar de existir por un segundo. Me voy lejos con vos, nuestra imaginación es insuperable, donde sólamente somos dos locos delirando en nuestra nube, llenos de un éxtasis, llenos de ansias y de esa sensación placentera que desquitamos en pasiónes y noches llenas de lujuria. Y la pasamos tan bien, nos llenamos tanto de nosotros, saciamos nuestra sed de locura, de inquietud, de sueños y fantasías. Y estamos despertando. Volvemos a nosotros mismos, nos damos cuenta que efectivamente fue un sueño, en donde pudimos vernos, donde pudimos acariciarnos.. Pero donde no podemos ver, que al final no estamos juntos de nuevo, porque nos separamos, nos volvimos a separar, y vamos a seguir así hasta crear la muralla que tanto temimos de construir. Terminó el sueño, volvimos en sí, amanecimos. Abrimos nuestros ojos y acariciamos aquello que vemos tan seductor y tan perfecto, nos reencontramos nuevamente en la realidad. Las emociones nos vuelven a invadir, nuestros cuerpos desnudos se contemplan, pero comprendemos que seguimos en la soledad de una cama, con una persona que no es ella/el.
Y jamás estuvimos juntos, sólo fuimos espejos de nuestra imaginación.








RWEERER

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