No sé que espero, no sé que siento. ¿Seré normal? ¿Qué pasa? Que hay detrás de mis ojos que no puedo sentir la paz interna que reclama a gritos salir y hacerme sentir la plenitud de una vida llena de miseria y falsedad.
Ya no sé que pasará y dejo nuevamente las manos en la miseria (o como todos lo llaman: destino) que quiere seguir jugando, hasta que me mate. Lo sé.
¿Lo peor? no puedo sacarme de la cabeza que mañana rindo ética.

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